En un escenario analítico, las acciones del consejero electoral presidente Lorenzo Córdova Vianello para usar al INE como ariete contra el populismo se mueven entre dos límites: el organismo fue creado por el presidente Carlos Salinas de Gortari y su alianza con Nexos vía José Woldenberg para contener al populismo del entonces PRD cardenista y el error estratégico del organismo de permitir la victoria electoral de López Obrador y Morena en 2018.
En este sentido, Córdova ha tenido cuando menos tres pronunciamientos directos contra el populismo que tuvieron como destinatario al presidente López Obrador y a su partido. Fue por esos excesos político –no de autoridad electoral– que el consejero presidente del INE quedó marcado como el jugador número doce del equipo antilopezobradorista, aliado al bloque PRI-PAN-PRD/Sí X México.
Sin tener facultades legales para ello, Córdova se ha querido asumir como el defensor de la democracia, aunque no la que se define como el mecanismo procedimental para elecciones libres garantizadas por la autoridad electoral, sino de la democracia ideológica excluyente de los extremos populistas o de masas. Los discursos e intervenciones de Córdova contra el populismo rompieron la certeza electoral de que podrían competir en las elecciones todas las fuerzas políticas que cumplieran con los requisitos legales. Y hasta donde se tienen noticias, el populismo no es una ideología proscrita.
El INE fue fundado como IFE en 1990 para atender las quejas contra la Comisión Federal Electoral que organizaba elecciones para el Estado priísta; el IFE admitió un consejo electoral ciudadano, aunque hasta 1996 bajo la presidencia del secretario de Gobernación; en 1996 el presidente Zedillo sacó al gobierno del Instituto y lo entregó a la estructura ciudadana.
Sin embargo, la trampa del modelo electoral salinista vigente ha radicado en tres claves organizativas: el partido mayoritario tiene la ventaja en la designación de los consejeros y del consejero presidente, la estructura original la definió Woldenberg como parte de la alianza Salinas-Nexos para impedir que el entonces cardenismo capturara al organismo y el PRD como oposición leal criticaba y avalaba el funcionamiento de la autoridad electoral. La mayoría morenista en la Cámara prendió los focos de alarma institucional.
En tiempos políticos, la radicalización antimorenista y antilopezobradorista del arbitro electoral Córdova de los últimos meses responde a una lógica del poder: impedir la mayoría calificada de Morena en la Cámara de Diputados porque en la agenda de Morena se encuentra la liquidación del INE actual y la configuración de una nueva organización electoral. A ello se agregan las quejas y recriminaciones que ha recibido Córdova en estos años culpándolo de la victoria electoral de Morena y López Obrador en 2018.
El vicio de origen del IFE-INE ha estado en el hecho de que los consejeros electorales como autoridad política del Instituto son designados por los partidos en la Cámara de Diputados; en el pasado, la alianza PRI-PAN y el PRD de Los Chuchos le dio ventajas al PRI. De confirmarse la mayoría absoluta de Morena en la Cámara y calificada con alianzas, entonces el INE tendrá que ser liquidado.
Córdova ha querido convertir al INE en el guardián de la democracia PRI-PAN-PRD. El problema, en realidad, no radica en que el INE aplique sus reglamentos para quitarle candidaturas a Morena, sobre todo la de gobernador en Guerrero y Michoacán, sino en el discurso antipopulista del consejero presidente que busca debilitar el proyecto de liderazgo del presidente López Obrador. Si Morena repite su votación arriba de 50% de diputados y gana el 75% de las gubernaturas en disputa, la fuerza institucional del partido le dará la base política para profundizar los cambios de la democracia representativa PRI-PAN-PRD a la democracia participativa de grupos sociales en movimiento.
En las últimas semanas Córdova ha padecido la neurosis del micrófono y, al estilo estridente de Jorge Carpizo MacGregor en Gobernación e IFE, quiere definir la democracia como su democracia. Sus choques contra el presidente López Obrador han afectado la imparcialidad que debiera tener la autoridad electoral y han dejado la impresión de que el árbitro electoral está afectando de manera intencionada a Morena y de paso está impidiendo el libre juego democrático de las fuerzas electorales.
La tarea legal del INE y de Córdova es la de garantizar la emisión y conteo de votos, no la de salvar la democracia del viejo régimen priísta-panista-morenista.